Norah Jones es la gran revelación
musical en un mundo en el que las cantantes pop son prefabricadas. Su talento
es natural, actúa sin poses y no busca la publicidad como las demás. En medio
de este ambiente, Jones, canta sin ninguna afectación, y para confirmar lo
anteriormente dicho, basta mencionar que en la 45a. entrega anual de los
Premios Grammy en el Madison Square Garden, en Nueva York, Norah arrasó con su
disco “Come away with me”. Ganó el
álbum del año, la mejor artista revelación, el mejor álbum vocal pop y con “Don’t know why”, la mejor actuación
vocal pop y el disco del año.
Simple y sencilla, por lo general siempre
se viste casual con T-shirt y jeans para salir a un restaurante, para estar en
su casa o simplemente en sus conciertos. El talento no es su cuerpo, ni su
ropa; es llanamente su voz y su estilo. “En la industria disquera se cree que
la imagen es mucho más importante que el cantante” dice Norah, “pero al parecer
hay menos buenos cantantes en estos tiempos, la mayoría no utiliza su voz de
una manera honesta.”
Cuando el disco “Come away with me” fue lanzado, de
inmediato las críticas aparecieron en los medios, diciendo que era conmovedor,
melancólico y que la música y letra de las canciones daban un aire a Billie
Holiday y Nina Simone, ídolos de Norah. El albúm no tardó en posicionarse en el
billboard, consiguiendo vender 6 millones de copias y manteniéndose en el
primer lugar por un buen tiempo.
Pero a pesar de ello, los
especialistas coinciden en decir que las ventas no son tan significativas como
la extraordinaria habilidad de la cantante. Su madre Sue Jones, es fan de todo
género musical; fue productora de conciertos por muchos años en Nueva York. Su
padre, Ravi Shankar, es hindú y maestro de cítara.
Norah nació el 30 de marzo de 1979,
en Nueva York. Cuando tenía 4 años su madre se mudó a Texas y Norah también.
Aunque tímida, participó en el coro de la iglesia y según confiesa, esta
actividad fue su hobbie infantil, ya que lo hacía con gran deleite y sin
ninguna dificultad.
Su madre poseía una gran colección
de discos, que la pequeña escuchaba una y otra vez, siempre que podía; lo que
contribuyó a desarrollar sus habilidades innatas. A los 6 años inició clases de
piano, pero no era la niña prodigio. Era una estudiante floja y decidió
dejarlo. Más adelante, siendo adolescente, la neoyorquina retomó el piano y
entró a un programa de jazz en la Universidad del Norte de Texas, pero nunca
dejó de lado la variedad de estilos musicales, desde el soul hasta el country.
Un día, algunos músicos
neoyorquinos visitaron el campus donde ella estudiaba; uno de ellos era Jesé
Harris. Norah dejó sus estudios y volvió a Nueva York y de allí al
estrellato. En su disco, se muestran
diversas influencias musicales. Tiene la habilidad de encontrar la parte
emocional a la música. Nunca cae en la exageración, conoce perfectamente el
valor del espacio en las frases.
Es más, algunas veces se escucha su
respiración por el micrófono; lo cual no es un error, sino es la conexión de su
alma con la música. Lo más importante es que produce sentimientos con su voz,
con su música y eso es muy difícil de lograr en el mundo actual, donde la
música se está creando en computadora, el techno gana terreno y los artistas
escasean considerablemente.
Incluso antes de que el álbum debut
de Norah Jones, Come away with me, fuera lanzado al mercado, ya había un gran
interés en esta cantautora y pianista de 22 años. Fue nombrada por la revista
Rolling Stone como una de las diez “artistas para seguir de cerca” en 2002 con
el encabezado: “Nerd del jazz se convierte en seductora del piano” y
Entertainment Weekly la escogió como una de los “nuevos éxitos” del año por
venir.
Jones ha reaccionado de manera
modesta a las aclamaciones del público. Ella describió su CD como “mi pequeño disco”
a la revista Rolling Stone y comentó con la revista Jazziz: “Sabes, he tenido
suerte. Tengo la fortuna de estar rodeada de gente que no me explota, gente que
ama la música y no quiere comerciar con ella. Esa fortuna no la tiene todo el
mundo.”
Pablo Ordóñez
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