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Mostrando entradas de julio, 2017

Una fresa en el bosque

¡Me besaste!, exclamó ella, encendida por un sentimiento más insondable y secreto que el bosque. Era muy temprano en la mañana. Un fuego delicioso rasgaba la piel de su cuello y ella era capaz de reconocer vivamente ese temblor premonitorio al deseo, el vértigo de la sonrisa inesperada, los labios trémulos cuando el hombre la exploraba como un animal. Decidió cortar el pan con sus manos y se estremeció con el silbido del viento sobre las copas de los eucaliptos. Luego, al terminar ella una frase, una idea incompleta, él la volvió a besar. Fue así. Breve, ligero. Como el toque de una mariposa sobre una flor. Quiso fingir seguridad pero estaba sorprendida, quiso exclamar alguna frase casual, algo pasajero, pero sus ojos delataban la seguridad de haber encontrado el inicio de un sendero, la primera huella primordial y sexual después de su divorcio, aquel largo y crudo invierno. Lo que vino después, ella lo presume como una locura, el desvarío de la piel, el inocen