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Valor, respeto y disciplina




Recuerdo ese primer encuentro con tan sublime animal como si fuera ayer, aún tengo su olor, conservo su imponente presencia en mi memoria. Era apenas un niño cuando en el viejo rancho de mi abuelo me topé con aquel gigantesco caballo, sus ojos cafés me miraban fijamente, me rodeaba con curiosidad, su color negro asemejaba a un fantasma acechándome. De pronto, su nariz me olfateo bruscamente, caí sobre la hierba, y, él siguió su camino. Se llamaba bandido.

Los caballos han acompañado al ser humano desde tiempos ancestrales. Gracias a su susceptibilidad de domesticación los seres humanos han echado mano de estos animales para nuestro beneficio.

La Hípica es un deporte para todos, sin límites de edad, ni estado físico particular. Si bien lo ideal es empezar desde niño, muchos comienzan a montar después de los 40 años. Ahora bien, es lógico que a un adulto le vaya a costar más, porque los niños son más ágiles, flexibles y tienen menos aprensiones. Pero el alumno mayor es el que viene con las cosas claras, bien dispuesto y concentrado.

Sin embargo, no es recomendable para personas con sobrepeso excesivo y para aquellas con osteoporosis, por el riesgo de fracturas. El objetivo principal es que entre jinete y caballo se logre un lenguaje mutuo de entendimiento. Para ello, es importante generar lazos con el animal desde la etapa inicial o de adiestramiento, que consiste en lograr que el caballo haga ciertas figuras como círculos y medias vueltas, además de trotar y galopar.

Se aconseja siempre entrenar con el mismo animal y como mínimo dos veces por semana, en clases que duran unos 50 minutos. Luego de un año de preparación, los alumnos están listos para participar en concursos hípicos oficiales de nivel debutante, donde hay circuitos de las disciplinas de Adiestramiento y Salto, con alrededor de ocho obstáculos de entre 80 y 90 cm de altura.

Para los niveles más avanzados, son seis en total; se agregan dos pruebas más: el concurso completo de equitación, que involucra salto y adiestramiento, y el enduro; carreras a campo traviesa de larga distancia que llegan, incluso, a los 120 km en un día.
En la actualidad se considerada uno de los ejercicios más completos, fortalece toda la musculatura del cuerpo, la equitación trabaja desde los dedos de los pies hasta el cuello.

Al estar todo el cuerpo coordinado para mantener el equilibrio y no caerse, toda la musculatura está en tensión; las piernas están apretadas, el tronco está recto y lo brazos deben hacer fuerza para dirigir las riendas.

En un equitador profesional se aprecia un desarrollo muscular parejo, a diferencia de un ciclista que tiene la musculatura de las piernas más desarrolladas que el resto del cuerpo. A la vez, se generan músculos alongados, capaces de estirarse y contraerse rápidamente y sin desgarrarse, a diferencia de otros deportes en que se debe estirar antes de practicarlo.

Este deporte mejora la postura al estimular los músculos anti gravitatorios, encargados de mantener recta la columna. Al desarrollar la musculatura de la espalda esta se mantiene erguida. Se pueden tratar escoliosis o dolores lumbares logrando cambios significativos.

Mantenerse arriba del caballo, además, implica un esfuerzo constante ya que el centro de gravedad cambia con cada paso que el caballo da, al igual que el ritmo y las reacciones del animal. Esto implica que la persona desarrolle la coordinación, el equilibrio y los reflejos.

Por otro lado, este deporte permite beneficios vasculares y un gasto calórico, por lo que ayuda a mantener un buen estado físico, aunque los especialistas recomiendan complementarlo con otros ejercicios. Ideal es el Pilates, que trabaja el equilibrio y la elongación.

El entrenamiento constante de la equitación produce mejoras significativas en la atención y la concentración, porque es una disciplina que requiere tiempo, práctica y la total atención del jinete a los estímulos y señales del caballo y del ambiente. También, como todo deporte, produce endorfinas, lo que fomenta un estado anímico positivo.

La equitación regula la ansiedad, ya que se debe calcular, prever y controlar la situación. No se puede llegar a un salto y arremeter contra un obstáculo.

La conducta social del caballo es similar a la del ser humano, cuida del jinete, le muestra sus emociones, cuando se enoja tira las orejas para atrás y cuando se alegra se pone cariñoso. Esta habilidad de saber interpretar lo que le pasa al caballo solo se logra con un vínculo que requiere disposición y perseverancia.

Es una comunicación no verbal y la persona aprende a ser más paciente, a tener autocontrol y a ceder, ya que los logros se van obteniendo de a poco.

La equitación también produce un estímulo neurológico, pues los pasos del caballo simulan la caminata humana, lo que conlleva más autoconciencia del cuerpo y cada una de sus partes y una mejoría en las capacidades motrices, en especial en aquellos con limitaciones para caminar.


Por último, la equitación es un deporte personal, que fomenta la reflexión. Incluso el hecho de estar en altura, permite tomar distancia de los problemas, relajarse y des estresarse. 

Pablo Ordóñez.

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