Los caballos han acompañado al ser
humano desde tiempos ancestrales. Gracias a su susceptibilidad de domesticación
los seres humanos han echado mano de estos animales para nuestro beneficio.
La Hípica es un deporte para todos, sin
límites de edad, ni estado físico particular. Si bien lo ideal es empezar desde
niño, muchos comienzan a montar después de los 40 años. Ahora bien, es lógico
que a un adulto le vaya a costar más, porque los niños son más ágiles,
flexibles y tienen menos aprensiones. Pero el alumno mayor es el que viene con
las cosas claras, bien dispuesto y concentrado.
Sin embargo, no es recomendable
para personas con sobrepeso excesivo y para aquellas con osteoporosis, por el
riesgo de fracturas. El objetivo principal es que entre jinete y caballo se
logre un lenguaje mutuo de entendimiento. Para ello, es importante generar
lazos con el animal desde la etapa inicial o de adiestramiento, que consiste en
lograr que el caballo haga ciertas figuras como círculos y medias vueltas,
además de trotar y galopar.
Se aconseja siempre entrenar con el
mismo animal y como mínimo dos veces por semana, en clases que duran unos 50
minutos. Luego de un año de preparación, los alumnos están listos para
participar en concursos hípicos oficiales de nivel debutante, donde hay
circuitos de las disciplinas de Adiestramiento y Salto, con alrededor de ocho
obstáculos de entre 80 y 90 cm de altura.
Para los niveles más avanzados, son
seis en total; se agregan dos pruebas más: el concurso completo de equitación,
que involucra salto y adiestramiento, y el enduro; carreras a campo traviesa de
larga distancia que llegan, incluso, a los 120 km en un día.
En la actualidad se considerada uno
de los ejercicios más completos, fortalece toda la musculatura del cuerpo, la
equitación trabaja desde los dedos de los pies hasta el cuello.
Al estar todo
el cuerpo coordinado para mantener el equilibrio y no caerse, toda la
musculatura está en tensión; las piernas están apretadas, el tronco está recto
y lo brazos deben hacer fuerza para dirigir las riendas.
En un equitador profesional se
aprecia un desarrollo muscular parejo, a diferencia de un ciclista que tiene la
musculatura de las piernas más desarrolladas que el resto del cuerpo. A la vez,
se generan músculos alongados, capaces de estirarse y contraerse rápidamente y
sin desgarrarse, a diferencia de otros deportes en que se debe estirar antes de
practicarlo.
Este deporte mejora la postura al
estimular los músculos anti gravitatorios, encargados de mantener recta la
columna. Al desarrollar la musculatura de la espalda esta se mantiene erguida.
Se pueden tratar escoliosis o dolores lumbares logrando cambios significativos.
Mantenerse arriba del caballo,
además, implica un esfuerzo constante ya que el centro de gravedad cambia con
cada paso que el caballo da, al igual que el ritmo y las reacciones del animal.
Esto implica que la persona desarrolle la coordinación, el equilibrio y los
reflejos.
Por otro lado, este deporte permite
beneficios vasculares y un gasto calórico, por lo que ayuda a mantener un buen
estado físico, aunque los especialistas recomiendan complementarlo con otros
ejercicios. Ideal es el Pilates, que trabaja el equilibrio y la elongación.
El entrenamiento constante de la
equitación produce mejoras significativas en la atención y la concentración,
porque es una disciplina que requiere tiempo, práctica y la total atención del
jinete a los estímulos y señales del caballo y del ambiente. También, como todo
deporte, produce endorfinas, lo que fomenta un estado anímico positivo.
La equitación regula la ansiedad,
ya que se debe calcular, prever y controlar la situación. No se puede llegar a
un salto y arremeter contra un obstáculo.
La conducta social del caballo es
similar a la del ser humano, cuida del jinete, le muestra sus emociones, cuando
se enoja tira las orejas para atrás y cuando se alegra se pone cariñoso. Esta
habilidad de saber interpretar lo que le pasa al caballo solo se logra con un
vínculo que requiere disposición y perseverancia.
Es una comunicación no verbal y la
persona aprende a ser más paciente, a tener autocontrol y a ceder, ya que los
logros se van obteniendo de a poco.
La equitación también produce un
estímulo neurológico, pues los pasos del caballo simulan la caminata humana, lo
que conlleva más autoconciencia del cuerpo y cada una de sus partes y una
mejoría en las capacidades motrices, en especial en aquellos con limitaciones
para caminar.
Por último, la equitación es un
deporte personal, que fomenta la reflexión. Incluso el hecho de estar en
altura, permite tomar distancia de los problemas, relajarse y des estresarse.
Pablo Ordóñez.
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