Llego a la
madrugada, dos o tres de la mañana, nunca es demasiado alcohol para una noche
que necesitas no pensar, me baño, el agua me emboba más. Tus palabras no dejan
de rondar mi cabeza: te amo, te extraño, me importas. ¡Patrañas! Viles
mentiras. Quiero que el agua de la ducha sea alcohol, quiero perder la
conciencia.
¿Qué no soy tu
segunda opción? Hoy quedó demostrado lo contrario. ¿Cómo pude llegar a este
punto?, ¿En qué momento bajé la guardia?, ¿Cómo permití que me destruyas?,
¿Cómo una persona puede proclamar amarte y causarte tanto dolor? ¿Cómo alguien
puede destruirte por completo sin remordimiento ni piedad? ¿Cómo pude
enamorarme de una persona así?. Muchas preguntas, me faltó emborracharme más,
lloro como un niño.
Algo sucede, las
luces se prenden y apagan, se apagaron por completo, no me importa, estoy
tendido en la cama sin ganas de nada. ¿Estaré muriendo? Siento ruidos extraños,
mi perro ladra. Eventos extraños están sucediendo. En la oscuridad de mi cuarto
siento una presencia, tengo miedo, se acerca, me petrifico, no puedo moverme,
sube por mi cama, escucho su respiración, se ríe de mí, se sienta, me observa,
me habla.
- Déjalo salir.
- ¿Qué putas?
- Lo que te hace
fuerte, déjalo salir.
Siento un nudo
en el estómago, un fuego que me quema, me boto al suelo, golpeó el piso con mi
cabeza. De pronto, algo tenebroso y
terrible invade mi ser de pies a cabeza, mi mente empieza a pensar con
claridad. ¿Némesis, dejá vú?, no
sé.
La herida en mi
pecho se ha parchado, tengo una masa extraña que pesa en su interior.
- ¿Cómo te
sientes?
- Fuerte.
- ¿Ya no me
temes?
- No.
La luz regresa,
voy al baño, me miró al espejo, mi mirada es distinta, me doy una cachetada
para reaccionar, creo que estoy muy
ebrio. En el espejo está ese ser, no me
da miedo, me habla de nuevo.
- ¿Ya no tienes
corazón?
- No.
- Al fin eres
mío, tu alma es mía. (Sonríe)
Mi sonrisa se ha
ido, las lágrimas se han secado, mis sentidos se han agudizado cinco veces más,
mi instinto de supervivencia está activado por completo.
- Nunca más,
nunca más me repito y le respondo a ese reflejo en el espejo.
Ese ser ha
regresado, siento su presencia que parecía haber escapado de mí cuando te
conocí.
- ¿Qué sientes?
- Odio.
- Despierto
a las siete de la mañana ya siendo uno
solo, solo tengo-tenemos sed.
Pablo Ordóñez
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