...¿Cómo nació esta pasión?
Su pregunta me lleva al pasado, en un deja vu recuerdo la primera vez que ingresé al Estadio Olímpico Atahualpa, más conocido como “El Coloso del Batán”. En esa ocasión se disputaba uno de los cotejos clasificatorios para el mundial de Francia 1998, Ecuador-Argentina, un resultado heroico para los locales y un sentimiento de pertenencia y amor por la patria, se cosechó ese día en mi infante ser.
Su pregunta me lleva al pasado, en un deja vu recuerdo la primera vez que ingresé al Estadio Olímpico Atahualpa, más conocido como “El Coloso del Batán”. En esa ocasión se disputaba uno de los cotejos clasificatorios para el mundial de Francia 1998, Ecuador-Argentina, un resultado heroico para los locales y un sentimiento de pertenencia y amor por la patria, se cosechó ese día en mi infante ser.
Aquella vez, mi padre decidió no
enviarme a la escuela, mi madre bastante molesta me preparaba una mochila con
golosinas y gaseosas, el bloqueador en mi rostro no podía faltar, mientras que,
mi padre buscaba una gorra para protegerme del intenso sol que quema en Quito
al medio día.
Debo confesar, al inicio no me
sentía muy entusiasmado con la idea de asistir a un cotejo eliminatorio, en la
calle siempre escuchaba decir “negros malos”, “no sirven para nada”, etc, etc.
pero, desde el primer momento que pisé el graderío de la general sur,
absolutamente todo cambió.
El lugar estaba repleto, un mar amarillo
de hinchas felices y excitados me invitaban a perderme en ese éxtasis de
algarabía y apoyo incondicional a nuestra selección. La mirada de mi padre no
se equivocaba, sabía que en mí había germinado una pasión que hasta hoy, 16 años
después, me sigue poniendo la piel de gallina cada vez que juega la “Tri”.
Ese día, tuve la oportunidad de observar a grandes leyendas de nuestro balompié nacional, “Capurro”; “Bam Bam
Hurtado”; “Tanque Hurtado” y el mítico “Alex Aguinaga”. Ecuador nunca le había
ganado a la Argentina, y ese día, al igual que un siete de noviembre del 2001,
hicimos historia.
Me mordía los dedos, el sudor
ocasionado por el calor y los nervios recorrían mi rostro, “tranquilo chamo
tranquilo” se dirigía hacia mí un hincha pasado de cervezas. De pronto, en una
jugada, Capurro levanta un centro al área que cae a los pies de Aguinaga,
driblea de izquierda a derecha y vuelve a centrar con la zurda, Hurtado le pega
al arco, rebota, y Alberto Montano de cabeza anota el primero gol del partido.
Fue cuestión de segundos, pero en
mi mente todo paso en cámara lenta, el estadio explotó de alegría, “gol
“#$$%&” retumbaba en mis oídos, mi padre me levantó en sus hombros, “gol
mijo gol”, estábamos tan emocionados que los dos terminamos afónicos.
..¿Y estás en las buenas y en las
malas? O ¿eres novelero?
Jajaja nos reímos mientras se acaba
la quinta ronda de cervezas. Pues bien, he visto a mi selección en las buenas,
en las malas y en las peores.
Santiago de Chile, una tarde triste
y amarga para el futbol ecuatoriano, la lluvia no paraba y el ataque chileno
comandado por Salas y Zamorano era una tromba. Ese día nos hicieron cuatro
goles, en la sala de mi casa el silencio era ensordecedor, yo no sabía que
decir, quería llorar. En el segundo tiempo, un centro de “cuchillo Fernández” y
una impresionante tijera de Alex Aguinaga que terminó en gol, fue lo mejor de
la “Trí” en todo el encuentro.
Eso fue una mala, por decirlo así,
pero lo peor pasó aquella tarde lluviosa en Quito, Ecuador se enfrentaba a Uruguay
por la clasificación al mundial de Sudáfrica 2010. El primer gol llegó para la “Tri”
por parte de Antonio Valencia, el estadio era un carnaval y regresó la ilusión.
Pero, dicen que “la alegría del
pobre dura poco”, y así fue, después, un golpe psicológico nos abatió a hinchas
y jugadores, nos hicieron dos goles, el estadio era un cementerio. Cuando el árbitro
dio el pitazo final, yo no lo creía, avance a sentarme y llore como niño. Triste
y cansado llegue a casa, encontré a mi padre devastado, cabizbajo e indignado
por la actuación del árbitro, fumaba un cohíba y me decía “nos robaron Pablo
nos robaron”.
...y hace unos minutos que estábamos
perdiendo 3 a 0
¿La esperanza seguía igual?
¿La esperanza seguía igual?
Sus ojos negros me miran fijamente, se pone un poco de maquillaje, desea saber la verdad antes de marcharnos de este bar, y, sería un hipócrita
si me expreso igual a los demás ,exclamando que jamás dudaron de nuestra
selección.
Por mi parte los nervios me invaden, la desilusión también me gana, en el futbol todo puede ocurrir, pero el talento y el ñeque de los ecuatorianos, está ahí, y eso nadie lo duda.
Por mi parte los nervios me invaden, la desilusión también me gana, en el futbol todo puede ocurrir, pero el talento y el ñeque de los ecuatorianos, está ahí, y eso nadie lo duda.
Pablo Ordóñez
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